lucha química mediante la creación de barreras insecticidas en el suelo es el sistema más utilizado en el control curativo contra las termitas subterráneas.
Los tratamientos del suelo, del perímetro, o de los cimientos de la edificación, mediante la realización de trincheras u orificios con taladros y la inyección posterior del insecticida, son los métodos más comúnmente utilizados en este tipo de control.
El éxito de estos tratamientos viene determinado por la capacidad de dispersión y la persistencia del producto termicida utilizado. La capacidad de dispersión del insecticida está en relación con la permeabilidad (características granulométricas) del suelo y la dosis utilizada, mientras que la persistencia del producto depende de las características químicas del propio producto y de las características organoquímicas del suelo que pueden favorecer o retrasar su degradación.
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